Hace casi un mes que Idaira cumplió veintiun años. Desde los ocho años fue a clase de violín y no lo hacía nada mal. Cuando comenzó a estudiar en la universidad lo tuvo que dejar. Cuando vi este gráfico supe que sería un bonito regalo sobre todo para que no olvidara aquello a lo que había dedicado mucho tiempo de su vida. Es muy sencillo pero a mí me gustó el resultado y a ella también.